"Compartir esta fórmula supone salir a disputarle a la derecha, en su máxima expresión, las conquistas que hemos trabajado frente a un brutal proyecto neoliberal que empieza con Lacalle y su frontera la tiene en Manini”, afirmó el jueves pasado la candidata a la vicepresidencia de la República del Frente Amplio, Graciela Villar.
Fue durante la proclamación de la fórmula que el FA presentará en las elecciones de octubre. Comicios que, en sus palabras, serán “como la madre de todas las batallas” porque por un lado está la “oligarquía” y por otro lado el “pueblo”.
¡¡Bien, Graciela!! ¡Así se habla! Los uruguayos quieren un nuevo gobierno de izquierda que acabe con la oligarquía y la explotación del hombre por el hombre. Que aniquile a los malvados empresarios no importa si son gringos o uruguayos. Un gobierno que, con mano firme, no dude en echar a los capitales extranjeros que vienen a robarnos la riqueza (UPM en primer lugar), que destierre y expropie a los terratenientes foráneos que han comprado en esta última década cinco millones de hectáreas dedicadas al agro, (la mayor extranjerización del campo de la historia), que se duplique la cifra de productores agropecuarios y lecheros arruinados que tuvieron que dejar de trabajar sus emprendimientos. Diez mil familias no es un número importante y más si se trata de gente del campo.
La mayoría de los uruguayos sueña con un cuarto gobierno que siga sin admitir que Maduro es un dictador criminal, que ya tiene en su haber a siete mil personas muertas, torturados y otros tantos presos políticos.
La ciudadanía quiere licenciados truchos que rijan los destinos del país, que ocupen cargos como la vicepresidencia de la República, o administren las empresas estales, para que luego haya que rescatarlas. Anhela ministros que manden construir megaedificios como el Antel Arena, para que sean una puesta en escena del lanzamiento de candidaturas. El pueblo, como usted dice, quiere emprendimientos como la Regasificadora, Aratirí y el puerto de aguas profundas en Rocha.
De este a oeste, de sur a norte, los habitantes de este país, no ven la hora de que asuma una cuarta administración frenteamplista, para que Rocco Morabito regrese de sus vacaciones y vuelva a la Cárcel Central. Saben que nadie en el Uruguay ni en el mundo, puede hacer lo que la izquierda ha hecho con la seguridad a lo largo de estos tres lustros.
Claman por nuevos impuestos que graven a los que trabajan doce o catorce horas por día para pagar más IRPF, la enseñanza privada de sus hijos, y que estos una vez que obtengan su título universitario se vayan del país.
Nada mejor le puede pasar al Uruguay que lo político siga estando por encima de lo jurídico. Y que figuras como el Pato Celeste vuelvan a tener sus despachos en la Casa de Gobierno.
¿Ustedes se imaginan si gana la oligarquía? ¿Qué será de este país? Por eso Graciela, usted tiene razón, en las próximas elecciones se librará la madre de todas las batallas. Y será entre los que apoyan a Maduro y los que creen en la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos de todos. Entre los que subsidian la marginalidad y los que ven en el trabajo y la educación una virtud. Entre los que se atribuyen haber fundado este país en 2005 y los que creen que un Uruguay mejor es posible.